domingo, 9 de junio de 2013

Arcoiris nocturno y pololeo

Fotos: @sadcecile

"¿Pololoeo? ¿Eso con qué se come?", dirías tú que no conoces qué significa esa palabra.
Se come con amor, con deseo y con ternura, con sorpresa, con enigma. Como un algodón de azúcar. Como quien ve un arcoiris de noche y al contemplarlo se vuelve silueta.
La Plaza a la Aviación, ubicada en la entrada de la comuna de Providencia, a unos pasos de la estación Salvador de la Línea 1 debería ser rebautizada como la Plaza al Pololeo. Decenas de enamorados de todas las edades llegan y se fotografían en la Fuente Bicentenario como parte de su acto de cariño. Ver también cómo se besan, sonríen, se hacen cómplices y se quedan en silencio es por sí solo un atractivo turístico. Hay familias también, pero los ganadores son los pololos y pololas. "Son los que más vienen, las parejas, todos los días, a esta hora, esto está lleno", dice un jovencito que vende palomitas de maíz acarameladas. Una bolsa cuesta 500 pesos.  
En dirección oriente-poniente, este parque es el primer punto de una suerte de corredor verde que se codea con el río Mapocho: se le une el Parque Balmaceda, la plaza Baquedano y el Parque Forestal. A sus brazos pasan dos de las avenidas más importantes de la zona, Providencia y Andrés Bello. Para verla, uno tiene que salir del metro y caminar en sentido hacia la cordillera. 



Por momentos, la potencia del sonido del de agua de esta fuente inaugurada en 2005 evoca la pirotecnia. Adivinar el juego de luces y de alcance de los chorros hipnotiza como árbol de Navidad y sólo se abandona el marasmo cuando una silueta de dos cabezas se cruza para abrazarse o para tomarse una foto, ya sea del lado donde está el Monumento a la Aviación inaugurado en 1980 -una aguja que emula un avión de las Fuerzas Armadas de Chile- o bien, en el extremo opuesto, en la escultura a Enrique Rodó hecha por Totillá Albert en 1944.

La fuente funciona durante el día pero el espectáculo de luces y chorros de agua se da todos los días de las 18:30 a las 23:00 horas.


De regreso al Metro uno puede toparse con un espectáculo transgresor y singular. El Puente del Arzobispo, que unió en su momento a Providencia y Bellavista, y que inspiró un cuento extraordinario del concurso Santiago en 100 Palabras en 2007, es el reto al peligro de un grupo de cinco chicos de no más de 16 años. Al caer la noche pasan un buen rato entregándose al pasatiempo de subirse a los arcos del puente y tirarse de bruces sin ningún tipo de protección. 




"Lo hacemos porque nos gusta qué se siente aquí en el pecho", dicen los que niegan haber escrito "Equipo Pokemon" en la viga más alta del puente pero que admiten estar a la zaga de los Carabineros a gritos y risas mientras los peatones que salen del metro los observan y cruzan el puente que se realizó tal como se conoce ahora en 1988. 



Sin duda, otra forma de pololear: aquí la cortejada se llama adrenalina.



Lugar: Plaza a la Aviación y Puente del Arzobispo
Estación: Salvador (Línea 1, roja)




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-Cecilia Guadarrama

2 comentarios:

  1. Se nota que es un lugar lindo. Dan ganas de visitarlo, preferentemente acompañado.

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